lunes, 30 de enero de 2017

Entrevista a Samanta Villar en La Vanguardia (30-01-2017)

“Es intolerable la cobertura que da la Seguridad Social a las personas que no pueden tener hijos”

En su libro ‘Madre hay más que una’, la periodista aborda la problemática de las mujeres y/o parejas con baja fertilidad que desean ser padres: secretismo, frustración y dinero

Samanta Villar (Barcelona, 1975) lo ha hecho todo en televisión. Hasta ser madre. Una madera de periodista de las que causan respeto en el oficio la llevó a rodar cómo quedaba embarazada, ciencia mediante, y cómo daba a luz. Ahora, ha decidido contarlo todo en Madre hay más que una (Planeta), penetrando en un nivel de intimidad insólito en la profesión y aportando información mediante casos reales que usted, lector, quizá no suponga ni que pueden existir. Pero existen. Y Samanta los cuenta en su libro tan bien como en la tele.

La ciencia te dijo que tenías una muy baja fertilidad. Aun así, quisiste ser madre y lo has sido. ¿Por qué has decidido contar tu vivencia?

Pensé que, en cierto modo, podía considerarme afortunada porque la ciencia aún podía ayudarme; 50 años antes no habría podido tener hijos. Los tratamientos de fertilidad ya se están normalizando mucho y la gente se atreve a decir que sus hijos han sido in vitro pero muy pocos reconocen que ese paso ha sido mediante donación de óvulos. Y abundan. Ha sido mi caso.

Es decir, has querido romper ese tabú.

Creo que es útil que una figura pública diga “Mis hijos son fruto de una donación de óvulos, todo está bien, están preciosos y somos una familia normal”. Es necesario hablarlo porque muchas familias lo viven en un secreto máximo en que solo lo sabe la pareja. Y yo no quería convivir con un secreto porque mi vida no habría sido tranquila y normal. Si tú lo normalizas, los demás, también. Si no, eres vulnerable al discurso de los demás.

En tus dos últimos trabajos revelas tu intimidad por completo. ¿Qué fue más difícil, rodar ‘9 meses con Samanta’ o escribir Madre hay más que una?

Fue más difícil para mí el libro. Hay una gran diferencia: en televisión necesitas más acción que reflexión, más que reflexión. Lo más íntimo es cuando estás sola contigo misma y tienes que decirte las verdades a la cara. En televisión necesitas que pasen cosas, el momento de reflexión va en pequeñas dosis; nosotros apostamos por la acción. Me he desnudado mucho más en el libro. Tuve que comprometerme conmigo misma: ¿seguro que vas a contar la donación de óvulos? ¿Le vendrá bien a tu pareja, a tus hijos? Decidí contarlo todo. Si lo quiero normalizar, ¿por qué no contarlo? Y después, que creo que se puede ayudar a tanta gente haciéndolo…


¿Te da vergüenza que los lectores vayan a conocer tu intimidad a tal nivel?

Ahora no porque ya lo he aceptado. Al principio tenía un temblor interno por exponerme… Mis amigos dicen que tengo una falta de pudor absoluta y por eso he llegado hasta aquí.

Señalas en el libro la importancia de estar informada.

Desde luego. Y vivirlo con tranquilidad. Muchas parejas viven esto con mucha ansiedad y eso puede estropear la relación de pareja. Yo decidí que mi vida era tremendamente plena antes de tener hijos y si no los tenía, hubiese sido igual de plena. Mis hijos son la cosa más maravillosa que me ha pasado en la vida… Ojo. Antes ya me habían pasado cosas muy maravillosas. Es importante valorar todo lo que tenemos; en mi caso, que soy una persona sana, con familia, amigos, un empleo y puedo pagar mis facturas. Millones de personas no tienen lo que yo. Si puedo ser feliz con todo eso, ¿por qué tengo que depender de tener hijos?

Hay innumerables mitos asociados al embarazo, todos positivos, y que tú vienes a contestar en parte añadiendo que, para muchas parejas, resulta muy difícil tener un hijo.

Es la parte que me parecía interesante como periodista; si mi experiencia hubiese sido como las demás, no habría tema. Pero cuando comencé a vivir que ese relato de la maternidad idílica no encajaba con la realidad que yo veía, la mía y otras que había conocido como periodista, me di cuenta de que había un tema que un tratar. Y también un tabú, vivir la maternidad de esta determinada manera, y si no, eres estigmatizada. Todos los temas en los que intervienen las mujeres y su sexualidad está todo muy predeterminado narrativamente y muchas personas no se atreven a explicarse por cómo te mirarán.

¿Qué consejo das a las chicas que llegan a los 35 y siguen dejándolo para más adelante?

Hay algo que no nos cuentan: que la fertilidad comienza a derrumbarse a partir de los 35. Pensamos que es a los 40 y comienza mucho antes. Si hacia los 30 aún no quieres ser madre, no estaría de más consultar con tu ginecólogo cómo vas de reserva ovárica y plantearse una congelación de óvulos. Hay quien cree que esto puede ser hacer el agosto de las clínicas con ese eslogan de ‘decide tú cuándo quieres ser madre’ cuando en realidad, si tuviésemos los factores socioeconómicos suficientes podríamos serlo antes y no pasar por todo esto. Lo entiendo. Pero si tu opción no es ser madre a los 30, a mí me hubiese venido muy bien saberlo, que en un chequeo ordinario puede saberse.

Seamos claros: acudir a las distintas técnicas de fertilización es carísimo.

Así es. Y es horrible: existe una barrera económica y quienes no tengan dinero y sí problemas de fertilidad, no tendrán hijos. Esto es tremendo; que la Seguridad Social no esté dando la cobertura necesaria para los múltiples problemas que se pueden encontrar hoy en día las parejas, porque es bastante deficiente esa cobertura, me parece intolerable. Ya no te digo las normativas homófobas que se habían aprobado en algunas Comunidades Autónomas y se han derogado, afortunadamente.

Así, tener hijos no es un capricho.

No lo es. Sí es una cuestión personal por un lado pero si la sociedad permite que baje el índice de natalidad, se convierte es una cuestión de Estado. ¿Por qué no nos ponemos las pilas todos? Los de la opción personal ya estamos poniendo de nuestra parte. Pasas tres años de tu vida con un gran sacrificio, criando a un hijo, trabajando a la vez y llegas al desquicie de pagar a una niñera o una guardería para que esté con él, que a su vez deja a los propios en casa para cuidar a los tuyos, te das cuenta de que este sistema es una locura.


Leyendo el libro veo que incluyes muchas referencias a tu trabajo. ¿Puedes pensar en forma no documental?

Me divierte mucho hacer esto, contar historias interesantes y que resulten reveladores para el espectador. Algunas que se nos habían quedado en el tintero en ‘9 meses con Samanta’ o no habíamos encontrado gente dispuesta a dar la cara, en el libro sí he podido hacerlo, como la coparentalidad, muy desconocida y asombrosa.

¿En qué consiste?

Se trata de personas que se buscan por internet para tener un hijo en común sin tener una relación sentimental. Se hace entre amigos o entre desconocidos –que se conocen para ver si comparten valores– y media un contrato, como en una custodia compartida, para saber de qué se va a ocupar cada uno. Luego vienen inseminaciones hasta conseguir el embarazo y el hijo. Es un método controvertido pero ellos lo defienden: si la mayoría de parejas se van a separar, ¿por qué no empezamos con tranquilidad, separados desde el principio? Muchas de estas personas, estén o no en pareja, son homosexuales y buscan personas del sexo contrario.

¿Cuándo regresas a televisión?

Volveré dentro de muy poco, de nuevo en Cuatro, con un programa de reportajes al que hemos dado una vuelta de tuerca a lo que veníamos haciendo y hemos inventado un nuevo formato; habrá vivencias, historias extraordinarias, novedades muy creativas en planteamientos, narrativa y puesta en escena. Es un nuevo formato en que puedo conciliar mi vida personal y la laboral.



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